Estábamos los cuatro en la sala viendo American Ninja Warrior. La serie trata de estas diferentes personas de distintas partes de los Estados Unidos llegan a competir en una de las carreras de obstáculos más importantes del mundo. Lo más que disfruto es que cada uno lleva consigo una historia inspiradora, muchas veces impactantes que involucran a sus familias.

Una noche, comencé a observar a las personas que acompañan a los participantes y me fijé que, en la mayoría de los casos, por no decir todos, son familiares. Mientras el competidor está luchando por pasar el obstáculo, no solo nosotros estamos gritando o diciéndole cómo debe hacerlo, sino que la familia está allí animando.

Al ver a estas personas me puse a pensar en lo importante que es la familia para el desarrollo personal y profesional del ser humano. Me atrevo a decir que la familia es la esencia de la sociedad, por lo tanto, es el corazón que causa el desarrollo integral de nosotros.

En el momento en el que me di cuenta de todo esto fue cuando dije: “Por eso han llegado hasta ahí, porque han recibido el apoyo necesario de su familia, las personas más importantes de cada ser humano”. Llegué a la conclusión de que en ocasiones llegamos hasta donde nuestros familiares nos apoyan.

Cuando estaba terminando mi último año de escuela superior, las personas me bombardeaban con la pregunta de qué iba a ser cuando me graduara. Rápidamente decía que iría a la universidad, con lo que me volvían a preguntar: “¿Qué vas a estudiar?”

Una vez, le dije a una persona que, aunque no sea sangre, compartimos un vínculo extendido. Con una inmensa confianza le comenté que, a raíz de mi pasión por el baile, quería estudiar teatro. Fue a la primera y última persona que le hablé sobre ese deseo; al resto de las personas les decía que estudiaría contabilidad. Esa persona me dijo sin ningún suspiro entremedio que me moriría de hambre.

Más adelante, cuando me decidí por la carrera en Comunicaciones para ser periodista, en mi familia pocos entendían qué trabajos podía conseguir con esos estudios. Tuve poco o ningún apoyo de parte de los más cercanos, ya que no eran estudios de leyes ni contabilidad.

Tan reciente como hace unos meses, cuando llegué a Maryland, empecé a compartir más con mis primos que viven acá. Hemos creado un apoyo sin previa planificación, en el cual todos compartimos por las redes lo que hacemos. Un primo hace vídeos de carros, una prima pinta lienzos, la otra es repostera, Franco hace música y fotografía y yo escribo. Pienso que lo que nos ha mantenido haciendo lo que nos apasiona es que creemos en nosotros.

Debe haber tantas personas con un potencial desconocido porque no han recibido el apoyo correcto, han recibido poco o ninguno. Creo que cada cual nace con una pasión única y pocos la desarrollan porque su familia no la entiende.

Muchas veces queremos lo mejor para las personas que nos rodean; queremos que tengan las mejores oportunidades y los mejores trabajos. Además, le tenemos miedo al arte, porque muchos lo admiran, pero pocos entienden el verdadero valor. Quieren un cuadro de Picasso en su sala, pero no apoyan al artista de la esquina, quien está vivo y sus cuadros cuestan menos que uno del gran Pablo de Málaga.

Opino que un acto vital que se debe practicar es demostrar confianza en el sueño de la persona. Aparte, debemos reconocer y fortalecer las habilidades que posee ese familiar. Si está en nuestras manos, podemos ayudar compartiendo algo o intercambiando habilidades.

Es cierto que hay muchas personas están en la carrera equivocada y no han encontrado su verdadera vocación. Si nadie cree en tu sueños o no sabes cuál debe ser tu afición, escríbeme; yo creeré en ti y te apoyaré. Seré tu familia extendida.

En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia”. Proverbios 17:17

 

Un abrazo,

Isa Figueroa

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